VIDA Y AMOR
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OBJETIVO
DEL TEMA
Es como la portada y el título de la Convivencia, desde cuyo umbral se
proyecta de un modo general e inconcreto el panorama de las mismas.
Casi todos los rollos harán alusión a éste, concretando y confirmando
lo que el él se dice, que no es más que la expresión espontánea y constante,
ilusión y exigencia de cada una de las personas y de todos los lugares y
tiempos, visto a la luz de los hombres y a la luz de Dios.
Demostrar que esto que muchos manosean, codician y apetecen como el pan
diario, imprescindible e insustituible de su vida, a veces como algo robado y
buscado furtivamente, es, en su raíz y en su puro manantial, el destello, el
eco, la huella y el rastro del Creador, por hallarse en la esencia humana,
coincidiendo en su origen genuino con la esencia y la realidad viva de
Dios-Cristo-La Iglesia.
VIDA Y AMOR, por tanto, mirado y estudiado como se debe no
sólo es bueno SINO LO MEJOR. Pero
que al ser mirado con ojos no limpios y manoseado con manos infectadas ofrece
aspecto impuro y huele a carne podrida.
Por eso queremos, no ya soslayar el tema, sino mirarlo de frente con
ojos puros y abrir su entraña con manos limpias para contemplar su auténtico
valor y hermosura.
Para que todos puedan abrazar lo que, como a tientas van codiciando sin
cesar, y que es, en fin de cuentas, lo que Dios, la Iglesia y las Convivencias
quieren desinteresadamente participarles y con amor y alegría triunfales
convivir y celebrar.
DESARROLLO
Todos necesitamos el complemento del ser querido, y en el amor de una
pacífica Convivencia radica el encanto de Vivir.
Convivir es algo consustancial a nuestra naturaleza y exigencia
inherente a nuestro ser humano. Tomará distintas formas según las condiciones y
estados de cada cual, pero todos inevitablemente amamos la Convivencia.
Esta palabra con la que designamos estos tres días de mutua compañía en
el cálido ambiente familiar (Convivencia de convivir, vivir con, vivir en
compañía) nos ofrece el marco más adecuado para presentar el profundo
significado de estas dos grandes realidades que quieren expresar los dos términos
VIDA Y AMOR, que constituye
el tema preferido de estas Convivencias; y que son también, a no dudarlo el
tema constante de la juventud y de todas las edades.
No es realmente apreciación subjetiva, ya que en el diccionario no
encontraríamos palabras con mayor contenido ni que ofrezcan mayor interés que
la “la vida” y “el amor”. Son las realidades por todos más apreciadas y mejor
cotizadas de todo el mundo y en el mismo cielo.
VIDA – AMOR.- Razón de toda la historia y del devenir
próspero o adverso de cada uno de los seres. Esencia y definición del mismo
Dios, causa y efecto de la Encarnación del Hijo de Dios y de los mayores
Misterios de nuestra religión: “He venido para que tengan vida y la tengan en
abundancia” Y la Vida de Dios, comenta el cardenal Gomá, ES AMOR[1]
Las dos realidades Vida y amor, llegan, a hermanarse de tal forma que
parecen confundirse y hacerse inseparables la una de la otra, como el alma del
cuerpo, como la flor de su tallo, como el sol de su rayo de luz. “El que no
ama, dice la Escritura, permanece en la muerte” o como canta Verdaguer:
En
la vida sin amar
lo
mismo que sin sufrir
la
vida sin estimar
es
lo mismo que morir.”
Vida y Amor, es por lo mismo el tema ineludible y preferido de artistas
y cantantes; fuente inagotable de inspiración para cuantos expresan belleza. El
tesoro codiciado por todos los corazones. Apliquemos un breve momento la
atención sobre cada una de dichas realidades.
LA VIDA: Esa mina más preciosa que el oro, de la
cual vamos sacando las perlas que cada cual distintamente lucirá en el
porvenir; ese jardín de ilusiones en el que todos van sembrando la semilla de
las flores del mañana; esa fuente en la que todos van bebiendo lo que les place
según el gusto de su paladar, esta cinta en la que vamos grabando momento por
momento, todo cuanto nos rodea de nuestro mundo interior y exterior, esos
veinte, treinta, cincuenta años de existencia aquí abajo; hasta que se derrumbe
la mina, se seque la fuente y muera el jardín, se rompa ya el hilo y la cinta
diga “Fin”.
Todos decimos la “Vida es bella”; hay que vivir la vida; la amamos más
que todo lo demás, contamos con ella para todo, ya que sin ella, nada.
Porque, además, es una, única y es brevísima; la codiciamos y
quisiéramos exprimirla como el aroma de una flor, como el licor de la fruta,
como la miel del panal. “Dejadnos gozar de la vida”, grita el mundo en su
fiebre de placeres, “coronémonos de rosas que mañana moriremos”. Y todos:
cuidado a la enfermedad, horror a los accidentes, seguros de toda clase, porque
la “vida es hermosa”, y todos nos damos cuenta de ello. La madre lo daría todo
a cambio de la vida del hijo, la hija por la vida del padre, la muerte aparece
como el mayor castigo y la mayor de las penas.
Es lógico que en todo momento pensemos en ella y votemos por su
felicidad y largueza. En los “brindis” de eufórica alegría “para muchos años”
“moles d’anys”, es ya frase de rúbrica que el mundo siempre tiene a flor de
labios. Dios nos manda conservarla en el quinto mandamiento y realmente en
nuestro corazón está grabado este perpetuo amor.
Qué pena que con frecuencia ese amor a la vida sea tan efímero y ese
grito de la juventud “queremos vivir la vida” sea lanzado a menudo en tono
menor. Si, aunque el mundo hace alarde de vivir la vida y así lo pregona, con
cierto nerviosismo insatisfecho a los cuatro vientos, nos damos perfecta cuenta
de que la mayoría no logramos alcanzar más que la asfixia y ahogo de la misma
vida, cortando el vuelo de las alas, achatando su merecida esbeltez y atándola
como águila encadenada; a pocos metros de la tumba van más senderos de muerte
que por el camino regio de la vida.
Y así es que si preguntamos a la juventud ruidosa ¿qué piensa de su
vida? ¿qué ideales brillan en su mente? ¿qué sol irradia en su corazón de
fuego? Muchas veces hace el efecto de encontrarse ante una ridícula caricatura
del ideal, ante una meta sin ruta del mismo que quizás esté gritando ya por
estas calles que está ya en posesión de la mayor de las vidas. Cuando sus
respuestas no logran abarcar más allá de los cinco o seis, a lo sumo diez años,
y si se le pregunta a uno sobre sus profesiones más allá de los veinte años,
hasta encontrará absurda la pregunta. Qué lástima que una vida tan bella y
única de la cual todo depende, sea conceptuada tan pobremente y se cotice tan
barato por los mismos que se creen explotarla al máximo.
La vida, en efecto vale infinitamente más; su radio de acción
trasciende más allá que el alcance de nuestro corto brazo y sus horizontes
alcanzan mayor distancia que nuestros ojos de carne. Si no queremos traicionar
pues los ideales que sembró Dios en nuestro corazón, debemos apreciar la vida,
no ciñéndola a cinco o diez años, sin contemplar su proyección a través de los
años y de los siglos, a través de la eternidad. Y no es utopía.
Teresa de Jesús, hoy, cuatrocientos años después de morir, influye más
en el mundo que cuando vivía. Una madre, la de Agustín, está iluminando a las
generaciones, cada día más y el haz de luz irá abriéndose cada día. Su radio de
acción irá progresando sin interrupción hasta los límites de lo imposible, como
los círculos que forman en el agua de estanque unas insignificantes
piedrecitas, como las ondas de una emisora que cruzan sin advertirlo, todas las
fronteras y naciones.
Si, la vida es así. Como una estrella fugaz por su brevedad; apenas
perceptible en la historia. Pero como una gran cometa, por la estela de luz que
deja a su paso, o si se quiere, como un sol capaz de poner en movimiento en
torno de si a todo un sistema de vida, que de él recibe impulso, luz y calor.
Su vida se proyecta ya, en el tiempo y en la eternidad, influyendo en multitud
de vidas, en bien o mal, hoy y a través de los siglos.
No la cotices barato. Estímala como se debe, porque muchos, por
desconocer su valor, la van vendiendo a bajo precio, la ofrecen vergonzosamente
a lo que se presenta primero.
AMOR: Pero te prometí también unas palabras sobre
el amor. El amor! ¿Quién ignora algo de amor en nuestros días? El grito unánime
en todos los ambientes, el aire que todo lo invades, las notas que vibran en
todo corazón, la expresión espontanea y constante en labios de todos, el temas
más a capricho de todos, manoseado y coreado por todas las voces. Desde uno a
otro confín
del mundo. ¿Algo más sobre el amor? Sí, todavía algo más. Pues del amor
con mayor razón que de la vida, podemos afirmar, no ya que se cotiza demasiado
barato, sino que se ha perdido su verdadero concepto y su auténtico; hasta el
nombre a fuerza de abusar de él queda de tal forma estereotipado, a menudo en
labios de aquellos mismos que se presentan como sus mecenas o pretenden ser sus
mayores accionistas en el mercado actual del mundo del amor.
Po esto no vamos a añadir algo sobre el amor, un poco al menos, pero
bebido en su fuente pura. Pues como decía un autor español “el amor es pozo de
agua cristalina, pero la humanidad se da tal maña que lo revuelve y saca sólo
cieno del fondo”.[2] Por otra parte podemos
observar con Caffarel que “quizás las habituales condenaciones de los excesos
en el amor han entorpecido el estudio de la entraña positiva de este
sentimiento o mudanza y suena en nuestros oídos como condenaciones de todo
amor”.[3]
Adivinamos todos que Amor es la palabra en torno a la cual
gravitan y se aprietan en haz incontenible todos los mundo y que nada como él
atrae de modo irresistible el impulso de todos los corazones: Será “como el
fuego” “como el vino” “fuerte como la muerte” o “dulce como el panal”, lo
cierto es que el amor es el rey de todos los corazones, el único sol capaz de
comunicar vida y calor a todos los mundos sin interrupción de noche alguna.
VALOR: Y es en primer lugar lo más bello y rico
que existe, el mayor valor en el cielo y en la tierra. “Si un hombre, dice la
Escritura, compra el amor con toda su hacienda creerá no haber pagado nada”
“nada vale el oro, dice Cabodevilla[4], ni
la gloria ni los
Aplausos del mundo al lado de ese fervor del amor que es como el vino
precioso derramado por todo el ser”.
La madre renunciará de buena gana al jornal del hijo o esposo enfermo,
pero jamás puede renunciar a su amor, resiste la pobreza, la ruina económica
pero jamás la quiebra del amor; no interés un príncipe sin amor y la corte real
sin amor sería un desierto. Sin el amor la vida es muerte.
El corazón sin amor es un mundo sin luz ni aire que respirar, la
riqueza sin amor es pura pobreza, la salud es dura enfermedad, el noviazgo sin
amor es tormento irresistible, el matrimonio es una cárcel cruel, el sacerdote
sin amor no se concibe, el misionero sin amor es pura ilusión. Para todos el
amor ocupa el primer lugar en todo cuando existe.
Y qué maravilla que Dios, lo más excelente decir y pensar, infinito en
todas sus perfecciones, sea definido por San Juan con estas palabras “Dios
es Amor”. No será difícil comprender cómo los santos, limpios de
corazón, de ojos puros, corran gozosos en pos de El, sin atender a cuanto
existe, y su hermosura y encanto les atraiga con fuerza irresistible, así Fray
Francisco de Osuna al componer su abecedario espiritual, viendo que el amor es
lo primero, lo más atractivo y eminente, se ponía contento de que Amor empezará
con A.[5]
Luego el amor no es malo, es la mayor fuerza o potencia concebible.
“Buscamos el amor, dice el Cardenal Gomá, o mejor sentimos a nuestro
espíritu levantarse y levantar consigo todas las energías de la vida como
arrastra los mundos la gravitación, como a la locomotora el vapor”.[6]
“El amor”, añade Granada “es una cota de malla que no se puede
prefabricar, despide saetas, sacude dardos, escarnece los peligros, busca la
muerte, finalmente si es amor, a todas las cosas vence”.[7]
Este fenómeno universal, sin excepción y particular y propia de cada
individuo, es sin duda el mayor regalo de la Providencia que, como veíamos,
señala a nuestras vidas rutas de eternidad, órbitas elevadísimas, ideales ultra
terrenos; todo lo cual supone esfuerzo y sacrificio. Mas para superarlos y
elevar la vida se ofrece el amor como palanca o catapulta, capaz de lanzarnos a
alturas insospechadas y alcanzar el blanco donde aspiran nuestros mayores
ideales.
Pues sólo el amor es capaz de salvar cualquier escollo, de disipar
cualquier peligro y de afrontar y desvanecer en elegancia los mayores sacrificios.
Bien lo canta la juventud, sin quizás advertir el fondo de fealdad que sus
coplas callejeras encierran: “que felices seremos los dos (con amor)…aunque sea
en una casita de papel” ya que “contigo pan y cebolla”, hogar y alimento en
realidad un poco duro pero que el amor es capaz de trocar en felicidad.
Realmente casi de papel llega a ser alguna vez la casa del misionero y
la comida alguna vez no superior a cebollas, cuando no es el martirio; pero
sólo el amor a Cristo y a las almas le sostiene, como a la madre junto a la
cuna del hijo o en largas noches de vela a la cabecera del enfermo, igual que
la misionera que derrama sin cesar una lluvia de sonrisas entre los pobres
leprosos sedientos de consuelo y alegría.
El amor dice Cabodevilla “es una fuerza y una gracia o don natural,
sembrado por Dios en el corazón humano para que el hombre en su vida llegue al
heroísmo con naturalidad y muchas veces. Al amor todo le parece fácil y suave,
a trueque de complacer a quien ama, ama al sacrificio y aún a la misma muerte”.[8] Sin
amor, dice Morcillo “ni el hombre aceptaría la vida y la muerte desconocidas
del misionero, ni el sacrificio costosísimo, de la guarda y conservación del
hogar”.[9]
Mas la juventud proclama como la protagonista del amor, explosión de
vida y amor como la explosión de aromas en unas rosas de abril. Es el bullicio
de la sangre, el galopar del corazón; es castillo de sueños en la mente. ¿Será
pasión? ¿serán reclamos de pecado? ¿será llamada a la santidad?. Todo el bello
concierto de la juventud no dejaría jamás oír las mejores melodías sino bajo la
dirección de la Providencia que de sus manos divinas arrancan las notas que
elevan el mundo a Dios. Todo es obra de sus manos.
Sí, porque de la juventud depende la vida, él para siempre tuyo y los
que de ti dependen. Por eso es preciso que sea grande la carga de amor en la
juventud para poder superar los sacrificios que supone el proyectar
prácticamente a la vida una brillante carrera hasta levantarla, y con impulso
audaz colocarla en su respectiva órbita.
Ya que por lo general todo lo grande y trascendente se forja en la
juventud y la flor que no abre su cáliz al cielo, en la primavera, no podrá en
el verano ofrecer sus frutos sazonados. Así cantaba el poeta: “para inmortales
destinos la juventud breve edad, que todo obstáculo allana, pero edad como
ésta, en flor qque, en un minuto de error, malogra una vida humana”.[10]
La juventud, primavera que pasa y no vuelven más sus espigas, al
troncharse nunca vuelve a pasar. Al marchitarse sus flores ya no florecen más.
Por todo lo dicho, ya adivinas que al cruzar por tu mente ensueños de grandeza
ante la fama de un artista de la pantalla, de una princesa o reina, si bien no
responden en ti semejantes sueños e ilusiones a la realidad, Dios te reserva
honores más elevados, y por ende tus aspiraciones de grandeza son siempre
legítimas pues siempre nos quedamos cortos respecto a las ilusiones de Dios en
nuestra juventud y en nuestra vida, que
por algo se hizo hombre como nosotros, para enseñarnos senderos sublimes
que enlazan con la misma divinidad. No te abandones, pues en tu mediocridad y
escucha a Pemán cuando canta: “La vida que no florece es estéril y escondida y
no fecunda ni crece. Es vida que no merece el santo nombre de vida”.[11]
Más en concreto y al detalle, conocerás la vida y el amor, antes de
cerrar esta como instrucción a las Convivencias, escucha sólo una sencilla
definición del amor; como acto de alma humana. Es la inclinación de la voluntad
al bien que le presenta el entendimiento. Luego el amor es ciego, y precisa un
guía, y éste guía las convenientes instrucciones que te vamos a facilitar en
las Convivencias. El amor en efecto, se apega a lo primero que le presentan y
hay que saber escoger, ya que en la elección va el éxito. El gitano se contenta
entre calderos y trapos; no ha experimentado otra vida; nosotros no podríamos
abrazar la suya.
Quizá puedas encontrar algo mejor a que apegar tu corazón. Recuerda al
señor que decía: “allí donde está tu tesoro allí está tu corazón”. Hazte
tesoros incorruptibles en el cielo. Como rico escaparate, las Convivencias te
ofrecerán tesoros que te llamarán, quizás la atención de tu belleza y valor;
te, pues, despierta la inteligencia y libre el corazón para lanzarte
prontamente a lo que más te guste y convenga.
Con una última comparación te diría que tu vida corre rauda y feliz por
este mundo, mejor que la más elegante “alfa”, último modelo con el más potente
motor. El Amor. Pero no puede de ninguna manera fallarle, el hábil piloto de su
inteligencia. Pues vida preciosa se ha estrellado por poseer un motor
potentísimo, un gran amor, pero un débil conductor. En ese caso mejor les
hubiese sido tener un motor mediocre, no tener corazón. Por lo mismo aprende a
guiar tu amor y el encanto y hermosura de tu vida no sufrirá menoscabo.
Por lo mismo no te puede extrañar que, aunque no te conozcamos, ya
desde este primer momento podamos, adivinar sin dificultad cómo anda tu vida,
con sólo indicarnos cómo has conducido hasta el presente tu amor. Tu vida es
águila o sapo, según haya respirado siempre aires de altura o el vaho cenagoso
del pecado.
Pues, como advierte Fulton Schen, “cuanto más noble sea vuestro amor,
más noble será vuestra persona. Mas el amor nace del conocimiento y se aumenta
con él”,[12] y un autor moderno de espiritualidad
decía también: “El centro de toda la vida es el amor, será la vida noble y
divina si el amor es santo y divino, será la vida baja si bajo es el amor. Será
la vida santa si el amor es santo. La vida espiritual es fruto de un divino
amor”.[13]
Ya hemos dicho DIOS ES AMOR y el amor, por ser bien es difusivo
de si mismo, tiende a difundirse, necesita darse. La madre, por ejemplo, goza
más repartiendo a sus hijos los dulces que ha preparado, que guardándolos para
sí.
[1] Cardenal Goma, “La
Eucaristía y la vida cristiana
[2] Teodoro Carrero en Docete.
“El amor”
[3] Caffarel, “Sobre el amor y
la gracia”
[4] Cabodevilla, “Hombre y
mujer”
[5] Fray Francisco de Osuna,
“Ley del amor”
[6] Cardenal Gomá, “La
familia” cap. I
[7] Granada. Docete
[8] Cabodevilla, o.c.
[9] Mns. Morcillo, Prólogo a Cabodevilla
[10] Marquina, Docete.
[11] Pemán, “Lección de vida
[12] F. Schen, “Casados ante
Dios”
[13] Marten, “Camino regio del
amor”.
ME ENCANTA LA VIDA ES LO MAS HERMOSO QUE TENEMOS PERO NECESITAMOS APRENDER A VIVIR ES UNA ARTE, Y TODOS ESTAMOS CAPACITADOS
ResponderEliminarExcelente material. Ojalá se publicará los 18 temas del temario completo.
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