viernes, 23 de febrero de 2024

TU VIDA PROCEDE DEL AMOR


TU VIDA PROCEDE DEL AMOR



SITUACION:

Es el primer rollo de la mañana como meditación del primer día. Es la primera piedra del edificio después de haber puesto el plan general en el rollo de la noche anterior “Vida y Amor”. Se empieza, por tanto, a explicar con detalle lo que de un momento inconcreto y de una idea conjunta se anunció en dicho rollo “Vida y Amor”.

DESARROLLO DEL TEMA:

Hablamos de la belleza y encanto de la Vida. Al tomarla ahora en la mano como joya preciosa para contemplar mejor y apreciar los detalles que la adornan, algo notable nos sorprende al momento y es que su existencia es muy anterior a nuestro descubrimiento.

Al darnos cuenta del valor y de la hermosura de vida advertimos que hace años que, como las maravillosas grutas de nuestro subsuelo, latía en nuestra débil conciencia con todo su encanto.

Muchos, sin duda, acaban la vida sin dar con el feliz hallazgo. Nos encontramos con un cerebro que discurre, con un corazón que palpita, con la sangre que circula, con una voz que canta, un microcosmos en perfecto funcionamiento sin intervención nuestra. Nos lo han entregado perfecto.

     I.        Primera y notable observación para recordar que no poseemos de la vida el título de absoluta propiedad; no nos la dimos nosotros mismos, si tan siquiera acertamos a manejar su complejo mecanismo.

Nadie, nos advierte el Evangelio, “puede añadir un codo a su estatura…” y es que ni acelerar el ritmo del corazón o graduar el aire de los pulmones está por completo en nuestras manos. Poseemos la vida y no sabemos cómo, ni hasta cuándo. Otro es el propietario, y deber nuestro es respetar sus derechos.

Por lo mismo nadie puede usar de ella su antojo, y, mucho menos abusar de la misma. Sabemos que caería en falta quien mutilase cualquier miembro de su cuerpo y como la Iglesia sanciona de gravísimo, cualquier atentado contra la vida. No merece los honores de hijo suyo, quien, conscientemente, de la forma que sea, ha terminado con la vida suicidándose; no es templo Santo para él ni la tierra sagrada en donde descansan los cuerpos de los que murieron en la paz del Señor.

Mas, el que mutila la vida de su cuerpo es reo de pecado. ¿Qué debemos decir de los que hieren su persona llagando su honra, arruinando su dignidad, o pudriendo su honor?. Quisiera para , ver antes a una madre sin brazos y hasta sin figura humana que verla manchada en su honra y dignidad. Es, sin duda el robo más inicuo. Bien lo advertía San Pablo a los pecadores de Corinto: ¿No sabéis que no sois vuestros?. ¿Por qué profanáis el templo de vuestro cuerpo?.

Cedes quizás para tus padres el derecho de propiedad sobre tu vida. Ellos, más que nadie, han experimentado su importancia y su ignorancia frente a la existencia y desarrollo de un ser querido. No pueden siquiera continuar o perfeccionar la obra empezada. Por muy felices se tienen al poder contemplar en sus manos y sentirse instrumento de Dios, como el pincel en manos de un pintor, de una obra de arte tal, cuando ni en una tela, ni en el barro ni en el mármol fueran capaces de esbozar una figura parecida.

Bien lo comprendía aquella mujer, la madre de los Macabeos, cuando exhortaba a sus siete hijos ante el martirio a dar la vida que no era suya.

“Yo no sé cómo habéis aparecido en mi seno, ni os he dado yo el aliento de vida, ni compuse vuestros miembros. El creador del universo, autor del nacimiento de hombre y hacedor de todas las cosas, Ese, misericordiosamente os devolverá la vida si ahora por amor a su santas leyes la desprecias”.

Como la pluma en el papel o el pincel en la tela, deja su huella y rasgos, queda en la persona la fisonomía de los padres; mas su auténtico origen es oreo. La vida no es por tanto suya ni pueden hacer de los hijos lo que su propio placer les dice.

En esta curiosa investigación sobre la autenticidad del origen que buscamos a nuestra vida, pasamos las barreras de nuestra intervención y de nuestros padres, en el ambiente de atenta reflexión, observando sobre la misma sus más valiosas características, sus más brillantes facetas, sus más causados valores, fácilmente descubriremos la huella de la mano que la esculpió y el eco del corazón que le dio vida, pues la obra habla de su artista como el efecto de su causa.

   II.        Y así conocemos todas las cosas por lo que ellas expresan y manifiestan; igual sucede con nuestra vida, al ver pues, a la mujer enjaezada de ricos damascos y largos collares en su cuello, adivinamos la procedencia oriental; y al ver pasar a la pareja de aire torero en su habla y en su gesto, recordamos la tierra andaluza, como al ver saltar de la botella el líquido espumoso y sabemos que es Campany y al gustar su licor, su gusto y sabor nos indican la marca de origen.

Lo mismo acontece al tomar en la mano la vida. No se precisa gran atención para observar enseguida que toda ella aparece enjaezada y que canta y respira y avanza con aires de amor. “Si de la abundancia del corazón habla la boca”, oíd cuando abre el ánfora de su corazón el niño, la madres, el misionero, la mujer del mundo y la religiosa de clausura; sus canciones, sus deseos, sus miradas y sus rezos de amor, La razón no es otra:

NUESTRO AUTENTICO ORIGEN ES EL AMOR. Es sin duda el hallazgo feliz: No hay, en efecto, mayor grandeza de raza, ni mayor nobleza de sangre, ni casa de más renombre, ni linaje más distinguido.

Ante panorama tan bello asoma a la memoria el pasaje encantador de la Tierra Prometida, tan suspirado por el pueblo de Dios. Cuando inquietos para poseer aquel país de ensueño, penetraron furtivamente en él, los intrépidos Josué y Caleb con sus acompañantes y, al regresar, asombrados por el portentoso hallazgo, ante el pueblo que esperaba ansioso la vuelta de los exploradores, aclamaban mostrando los gigantescos frutos: “Maravilloso, es un país cuyas tierras destilan miel y de leche son sus ríos”.

Semejante podríamos exclamar nosotros: Maravillosa región donde nació nuestra vida, sus ríos son de amor, sus valles y campiñas florecen al amor, todo sonríe amor.

Es pues tu vida perla preciosa sacada de la mina del amor, lirio nacido en el vergel blanco del amor, finta desprendida del árbol del amor, riachuelo que alegra los parajes de la tierra en su manantial de amor, rayo de vida y color emitido por el sol de amor, ruiseñor que borda el aire de trinos de oro, aprendidos en un nido de amores.

Mas esta mina y vergel del árbol, el sol y el nido, no es algo mudo e insensible, es la vida y la fuente de todos los amores del cual como latido de su gran corazón procede tu belle vida. He ahí a tu verdadero Padre y único Autor de tu existencia. “MI PAPA DIOS” como le llamaba Santa Teresa del Niño Jesús. He aquí nuestro mayor timbre de gloria, de honor y distinción. Nacimos del Amor.

Estudiaremos el hecho y sabremos sus consecuencias:
¿Por qué nos creó Dios?
¿Cuál es la explicación real de nuestra existencia?.

Ya lo hemos dicho DIOS ES AMOR y el amor, por ser bien es difusivo de sí mismo, tiende a difundirse, necesita darse. La madre, por ejemplo, goza más repitiendo a sus hijos los dulces que ha preparado, que guardándolos para sí.

Dios viéndose tan feliz en su mismo ser, quiso que otros pudieran gustar de su misma felicidad y ello le movió a crear otros seres a su imagen y semejanza, y entre otros te seleccionó a ti. Ya existes porqué El te prefirió a ti; y tu existencia es sólo efecto de su amor, el amor infinito de Dios. El Amor te creó; sabes a amor, como te decía e irradias amor, como de luz y calor el rayo que del sol nace.

Mas hoy en que el mundo sufre la gran crisis de Amor y en medio del confort y diversiones de todo género, se encuentra con el corazón vacio, es oportunismo y hasta urgente poner en claro las cosas y dar al corazón sediento, las únicas aguas que pueden contentarlo y complacerlo. Vayamos, pues, al pié de la fuente de la vida, la única explicación de tu vida es un acto de Amor del Padre, pero hay algo más para los que anhelamos vernos envueltos de amor verdadero. Es algo realmente consolador, aun en medio de las mayores desventuras tener presente esta gran realidad. Hay Alguien que antes que mis padres y antes que existieran mis padres y abuelos, me amaban mucho más que todos mis seres queridos juntos “Ipse prior dilexit nos”, como dice San Juan, en esto está el Amor de Dios, no es que nosotros le amemos, sino en que Él nos amó primero. Nos ama desde siempre y más que nuestra propia madre cuyo amor es sólo un eco del Amor de Dios. Existíamos, en efecto en su mente y en su corazón.

No es difícil entenderlo. También nosotros aunque inmensamente limitados e inferiores a Dios, amamos los seres antes de que existan y antes de verlos en la realidad sensible. Años y años llevamos en la mente y el corazón, algo que no existe en el mundo corpóreo y así, también lo amamos. Cuántas veces el poeta contempla mucho tiempo antes de darle forma en su imaginación las bellas imágenes de su poesía, el pintor y todo artista son un bello y continuo ejemplo de esto. Miguel Angel, largo tiempo vio rodar en su cabeza la estatua de Moisés, el célebre Moisés de Miguel Angel. Al fin su idea plasmada en el mármol. Dicen que, maravillado por la fidelidad con que el mármol reflejaba su idea, mirándolo fijamente le dio en la frente un golpe con el cincel, diciéndole: “Habla”. Sólo le faltaba hablar. Tu puedes hablar ¿has hablado?. El mármol de haber podido, hubiese dicho sin duda: “gracias”. También los jóvenes de toda condición aman antes de que existan sus seres queridos, ofrece encanto la primavera contemplar la nostalgia y candorosa emoción, como aurora que amanece, de los novios al salir transformados del templo, bañados por la gracia del Sacramento, al enseñar a sus amistades llenos de ilusión el hogar que preparan a sus hijos que aún no existen. Aquella futura madre hace ya años que los está acariciando en su corazón, y prueba de ello, es la gracia y delicadeza con que ha ido bordando y poniendo en orden la cuna y vestidos de sus adorados querubes, a quien ama más que a su propia vida. Así nuestro Padre Dios, mucho antes que cualquiera, desde la eternidad está amando y con este Amor sublime, más que el de toda madre, nos ha ido preparando nuestra cuna y nuestra vida. Es algo que supera realmente toda comparación posible. Contemplar cómo al bordar de estrellas el manto del cielo y al vestir de flores la tierra y pintar el azul del mar me estaba amando, y porque me amaba tanto, lo dibujaba todo con tal primor para mi recreo y solaz, como al formar la voz del misionero lo hacía con ilusión y amando ya a aquellas almas que por su palabra descubrirían un día el Amor del Padre y se lanzarían a Él con himnos de inenarrable alegría y perpetua gratitud “Te amo desde siempre”.

Pero aún hay algo más, “te está amando” y por esto te está recreando de nuevo continuamente con un nuevo e intenso Amor. Es la única explicación de tu continua vivir. Así lo repite Jesús: ¿”Hay alguna madre que cuando su hijo le pida pan le de una piedra y si le pide un pescado le de una serpiente o por un huevo de un escorpión?. Pues si vosotros siendo malos no sabéis qué hacer para la felicidad de vuestros hijos, cuanto más el Padre que está en los cielos!”. Y por boca de Isaías dice: “¿Puede la madre olvidarse del hijo de sus entrañas?. Pues aunque ella se olvidara yo no me olvidaré de ti”.

Como el médico a la cabecera sosteniendo el pulso del enfermo, así tu Padre Dios no suelta ni por un momento el pulso de tu vida porque ni un momento deja de amarte.

El accidente, la enfermedad o la muerte borrarán fácilmente en ti la huella o fisonomía de tus padres.

La imagen de Dios, si quieres, permanecerá en ti para siempre. Esa es la imagen que yo descubro en tu vida y de la cual vale la pena hablarte para que te alegres de ello y te decidas amarla de verdad y no cotizarla tan barato, (como te refería en el tema anterior).

Pues muchos, ignorando su verdadero precio (a gran precio habéis sido comprados, decía San Pablo a los pecadores de Corinto) la han vendido vergonzosamente.

Para muchas vidas se ha repetido la historia del célebre cuadro perdido. Murieron sus propietarios y de mano en mano fue a parar en quien sólo al marco reconocía algún valor, como pasa frecuentemente en las vidas de hoy, sólo el marco, el efecto, el adorno, lo accidental, la pintura o el disfraz exterior quieren reconocer, falaz estima y vana apreciación.

Así la célebre pintura vino a parar al montón de trastos inútiles en espera de un gitano que lo tomara a precio de trapo viejo. A alguna que otra vida le aguardó la misma suerte; al cabo de algunos días apareció en el rastro, para después ser retirado entre los desperdicios que ni el bajo pueblo, ni la calle sucia quieren retener.

Entre la gente haraposa y distraída acierta a pasar un hombre: Sabe de arte y de tristes historias de obras de arte entre gente sin gustos ni sentido de lo bueno y de lo bello. Detiene el paso y, por si acaso, vuelve la mirada al montón de basura; tira del canto de la tela casi cubierta de cal y suciedad; sólo una pincelada borrosa abre los ojos atónitos y concentra su mirada, será algo grande la cal y con el blanco pañuelo enjuga las huellas del abandono como si acariciara la frente de un ser querido. Cae de rodillas, lo mira y lo vuelve a mirar; mientras continua desenterrando de entre los escombros de suciedad la perla preciosa víctima del mal gusto y de la ignorancia. Está seguro, son huellas de un gran autor.

En busca de la firma, limpia el rincón y allí, semiborrada, sepultada en el olvido, descubre el nombre de uno de los más famosos pintores de la historia. El cuadro vale millones.

Pregunta el precio al gitano, quien cree tener ante sus ojos a un loco o a un borracho, y sin querer perder la ocasión le pide unos cientos de pesetas. El artista le da cuanto lleva, unos miles y, piensa que hace un robo.

Quizás nos tomes por borrachos. Ignorando tu valor tal vez hayas rodado por el baratillo de la vida cotizando a precio de trapo o carne inmunda de vida, más entre los escombros que cubren el alma, la mirada penetrante de fe del apóstol no puede menos de descubrir una firma teñida en sangre que reclama el derecho o título de propiedad y que dice algo así: “Jesucristo, Hijo de Dios vivo”. La historia o trayectoria recorrida puede que haya sido Triste, como el cuadro, pero tu vida vale mucho. “A gran precio habéis sido comprados” decía San Pablo a los que en Corinto andaban en pecado.

SIENTES Y SABES AMAR PORQUE NACISTE DEL AMOR. Y si no borraste vilmente la imagen, amor puro debes reflejar. Obra de amor de Dios, quien te amo desde siempre, y aún así te sigue amando y mimándote.

El Moisés de mármol le hubiese dicho gracias a Miguel Angel.
¿Cuándo se las darás a tu Padre-Dios?.
Cualquier cosa resistimos menos que nos  traten de ingratos. Por cualquier cosa decimos gracias y no recibimos favor que no devolvamos.

¿Consideras haber recibido poco?.

Sola, imposible agradecerlo. Unete a la oración de Jesús en la Misa para que digas con El “Gratias agamus Domino Deo nostro” porque “dignum et iustum est” y aleccionado por El clames con todo afecto de tu corazón: Padre Nuestro, que estás en los cielos….


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