domingo, 10 de marzo de 2024

ESCUELA DE APÒSTOLES TEMARIO VALENCIA,1997 CARLOS MARIO


Escuela de Apóstoles 

Temario Vida y Amor

Valencia, 1997


INTRODUCCIÓN.

¿”POR QUÉ” Y “PARA QUÉ” DE LA ESCUELA DE EVANGELIZACIÓN?


¿POR QUÉ?

            La Escuela de Evangelización quiere responder a las llamadas que recibimos del Padre, “que quiere sacar a su pueblo de la esclavitud y opresión (Ex 3,7), de la servidumbre de la corrupción, para hacerle partícipe de la gloriosa libertad de los hijos, para otorgarles las valiosas y sublimes promesas, ser partícipes de la naturaleza divina (II Pe 1,4), al clamor de Jesús “Tengo sed” (Jn 19,28), a la invitación que nos hace la Iglesia a la nueva evangelización[1], al grito de nuestros hermanos, a la creación que espera anhelante la manifestación de los hijos de Dios (Rm 8,19). ¡Hazme persona!.
           
            Queriendo continuar el ejemplo del Maestro que viendo la necesidad del mundo, de sus hermanos, se deja estremecer, y conmover, porque les ve desorientados, como ovejas sin pastor (Mt 9, 36) entonces, a sus amigos (Discípulos), a quienes les da a conocer todo lo que ha oído del Padre (Jn 15,11), les envía a todos los lugares donde él pensaba ir a anunciar el Reino (Lc 10,1).

            A estas llamadas e invitaciones que de él recibimos queremos responder a través de la evangelización[2] por medio de la Palabra. “Pues somos conscientes de que la predicación de la Palabra viva de Dios pone a las personas en contacto con Cristo[3]. Pues en Ella está la Vida (Jn 1,4), Por ella se nace a la Vida Nueva, pues en Ella está el germen de Vida (1Pe 1,23), lo que anunciamos no es letra muerta, sino la fuerza del Espíritu (2 Co 3,6), esta Palabra que se nos ha confiado como administradores, es viva y eficaz, (Hb 4,12). Desentrañando y poniendo al descubierto lo más escondido del hombre y elevándolo a su máxima perfección en el amor (Mt. 5,48)

            El es la Vida que todos buscan a tientas (Hech 17,28). Aunque en realidad no está lejos de cada uno de nosotros; “pues en Él nos movemos, existimos y somos” (Hch 17.27-28). A este mundo, a nuestros hermanos, que a pesar de sus innumerables rechazos de Dios, paradójicamente le busca por caminos insospechados, y siente dolorosamente su necesidad (E.N 76)[4]. A este mundo que nos exige que les hablemos de un Dios con el que tratamos familiarmente (E.N 76). lo que el Padre en lo escondido y secreto nos dice (Lc 12,3). Es Él que nos dice: “Hijo mío, hazte fuerte con la gracia de Jesucristo, para que lo que has oído de mí, lo podamos confiar a hombres fieles que a su vez sean aptos para enseñar a otros (II Tim 2,-2). “Id y haced discípulos a todas las gentes consagrándolos en el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo, sabiendo que yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (Mt 28,19-20).  Lo que hemos visto y oído, eso, os lo anunciamos, para que también estéis en comunión con nosotros” (1Jn 1,3-4)


¿PARA QUÉ DE UNA ESCUELA DE EVANGELIZACIÓN?

          Nos formamos en la escuela de apóstoles, nuestro objetivo es  “Vivir y propagar el Reino, a través de fraternidades de vida evangélica que oren y enseñen vivencialmente a orar”, a través de la predicación viva de la Palabra de Dios. Teniendo claro cual es el objetivo y fin para el cual nos llama el Señor, nos preparamos, para capacitarnos más y más para desempeñar fielmente la misión, contagiar vida, hasta que cada uno vaya formando pequeños núcleos comunitarios donde se transmita la vida , pequeñas comunidades de la Palabra , comunidades de vida evangélica que dan vida al Cuerpo de Cristo, como correspondencia a su amor ¿Cómo te pagaré todo el bien que me has hecho?

           Las escuelas de apóstoles o de evangelización, intentan ser una respuesta a los signos de los tiempos y a la llamada de la Iglesia a la nueva evangelización. El intento es capacitarnos teológicamente lo mejor posible para dar razón de nuestra fe. No solo es estudiar teología sino hacer teología desde el cambio epistemológico de la compresión del estudio teológico como “tratado de Dios”, a la visión relacional de “trato con Dios”[5], por eso, la formación teológica la estructuramos en tres ciclos que van enfocados para responder a estos objetivos, en el primer ciclo, en el que se conocen las verdades de fe (tener fe), en el segundo, los tratados teológicos (la fe que busca ser comprendida), en un tercer ciclo, la profundización de las diferentes corrientes de pensamiento, para entablar diálogo maduro, cualificado y  misionero con el mundo.
           
            A lo que se apunta es a formar comunidades que se conviertan en Escuelas de Evangelización por la Palabra, pues la fe al darla crece. Semillero de nuevos cristianos. Por eso nuestro intento será el que cada persona se capacite para dar Vida Eterna a los demás; esta es la máxima promoción en el amor, poder ser padres y madres de Cristo (Mt 12,49) en nuestros hermanos. Gestarles y acompañarle en ese proceso de configuración con el Maestro (Ga 4,19). Madres que cuidan la vida de Cristo en el otro, dándoles con el Evangelio mezclada nuestras propias vidas (1Tes 2,7-8). Pasar de lo que dice S. Pablo de simples “pedagogos” a padres.
           
            Las asignaturas que corresponden a los diferentes ciclos las estructuramos en cuatro, que responden a imperativos de Jesús, para crecer en la Vida. Intentando que sea una Teología vivencial. El primero es permanecer unido a él (Jn15), la oración. El segundo es la vida fraterna manifestada en el mandato de Jesús: “Amaos” (Jn13,34). La misión hace del tercer ejercicio la fuente más eclesial, por que como es intención de su fundador la Iglesia nace para evangelizar: El “Id y haced discípulos” se convierte en un mandato amoroso del Maestro (Mt 28,19).   El cuarto ejercicio “la humillación” es el secreto que le da sabor y gusto a todo lo demás. Pocos descubren, que en él, esta el secreto de la eficacia de la oración, del apostolado y de la vida común. Ya Jesús constantemente lo decía “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere no da mucho fruto, porque el que quiera ganar la vida la pierde ...” cargar cada día con la cruz (Lc 9, 24). 

            Utilizaremos el método apologético[6], dar razón de nuestra fe. Por eso nos formamos en teología. Se trata de dar razón a través de la Palabra. No se trata de avasallar sino de despertar interrogantes irresistibles en las personas. No es discutir, pelear, sino ser y dar la palabra. 

            Siguiendo la línea misionera de las primeras comunidades cristianas (1Pe 3,15): “Dad culto a Dios en vuestro corazón, dispuestos en todo momento a dar razón de vuestra esperanza y fe a quien nos la pida”; nos disponemos, pues, a prepararnos en estos dos sentidos: dar culto a Dios, oración; disponernos a dar razón de la fe, predicación.  Pero, no sólo “dar razón de nuestra esperanza”, “fe”, sino intentando compartir, introducir lo que ellas son: reino de amor, como vivencia y convivencia con Dios. No nos limitamos a una simple oración, sino a una oración misionera[7]y no a cualquier tipo de predicación, sino a la predicación kerigmática: Mt 4,17[8]. Y un kerigma que proiduce vida de Dios y como tal se convierte en difusora de ella. “Creí por eso hablé” 2Co 4,3. La predicación kerigmática que forma cristianos, que despiertan y forman comunidades cristianas, es lo más específico de esta escuela.

            Nuestra dedicación a la misión y a este nivel de misión implica el seguimiento de Cristo con la radicalidad y el compromiso que Jesús propone: Lc 9,57-62. y en la libertad que el discípulo esté dispuesto a escuchar y a asumir, hasta hacernos sus seguidores.

            Esta intención también especifica y determina a los destinatarios de nuestra misión, siguiendo los consejos de S. Pablo a su discípulo Timoteo: “confíalos a hombres fieles, que sean capaces, a su vez, de instruir a otros” (2Tm 2,2) de tal manera que el punto de mira de nuestra especificidad es la cualificación del discípulo para la mayor eficacia en la evangelización. Esto es lo que llamamos: “hacer - hacer”, “amor de promoción”, hasta que cada discípulo pueda llevar su propia escuela, hasta ocupar el puesto del Maestro.

            Es imposible entender este nuevo estilo del “quehacer” teeológico sin un ejercicio real de la misión; porque es la oración y la interpretación de los signos de los tiempos los que dan las claves hermenéuticas de la nueva evangelización.

            La Escuela de discípulos son, como lo han sido siempre comunidades que se desarrollan como ondas expansivas partiendo de un mismo eje, hasta hacer de todo el mundo Reino de Dios[9]. La madurez del discípulo no es sólo cuando sigue a Jesús, sino cuando desarrolla e imita a Jesús en su misión: ser padres y madres, semilla de nuevos cristianos. El arma ofensiva dejada por el Maestro es la Palabra (Ga 6,17).

            El método práctico de funcionamiento de la escuela es el siguiente: dentro de los cuatro ejercicios citados (oración, vida común, apostolado y humillación) seguiremos el siguiente orden.

            El trabajo lo distribuiremos así: el primer día daremos el tema predicado kerigmáticamente; el segundo, orar, trabajar el tema personal y comunitariamente con la correspondiente tutoría hasta apropiarme el tema, vivirlo y contagiarlo; y en el tercero, un ejercicio práctico de predicación: Escuela de charlas.

            Este cuaderno (temario) está incompleto, le falta la cuarta parte. Tienes en tus manos tres partes divididas de la siguiente manera: objetivo, esquema y fundamentación; una charla modelo; incidencias en el discipulado. Falta completarlo con la propia charla, o con tus charlas, porque cada tema puede estar aplicado a diferentes públicos (esto es lo que se llama afición al carisma recibido, preparación remota, lo que dice Pablo “aviva el carisma recibido por mi imposición de manos” (2Tm 1,6). El temario lo damos por terminado cuando tú, al final de la escuela lo puedas completar.

            Este temario, debe ser el arma de nuestro apostolado, en el movimiento que llamamos de convivencia, en la que todos debemos participar activamente. Convivencia, como lo veremos, es el lugar adecuado que le proporcionamos a la gente para que nazca a esta vida de Dios, que en la escuela crecerá hasta su plena madurez. Es necesario, pues, preparar estos “lugares de nacimiento” bien. Se necesita, pues, oración y disciplina en la predicación para que el Espíritu Santo pueda actuar con toda su fuerza.

            Anexamos también para tu ayuda un elenco de bibliografía:

Obras generales:

La Biblia
Concilio Vaticano II
Catecismo de la Iglesia
Documentos de la Iglesia: encíclicas. 
El contagio de los santos: Escritos y biografías
Diccionarios teológicos: bíblico...

Obras más específicas:
Constituciones y Estatutos de la comunidad
Líneas fundamentales del temario (1996)
Temario escrito (1964) J. Bonet.
Discipulado Valencia (!996), sentido de las escuelas
Esquemas y charlas dadas


SÍNTESIS DE OBJETIVOS, CONTENIDOS E IMPLICACIONES
EN BASE A LOS CUATRO CURSILLOS DE 1996

INTRODUCCIÓN AL TEMARIO
INTENCIONALIDAD DEL TEMARIO
    El fin al que apunta el Temario es la plenitud del hombre en Cristo. SER JESÚS es el supremo ideal que, con toda justicia, presentaremos para todo hombre en nuestra predicación y apostolado. Por eso, tendremos siempre como punto de mira el que toda persona pueda seguirle en su misma misión como sacerdote, pastor y maestro, derechos conferidos por el propio Bautismo. Buscaremos de la forma más eficaz hacer discípulos que guarden su Palabra y que, a su vez, enseñen a otros a guardar y anunciar. Nuestro objetivo, pues, será el formar apóstoles-maestros o formadores de otros discípulos a través de la Palabra.
RAZÓN DEL TEMARIO
    El Temario pretende ser el cuerpo de doctrina fundamental que constituirá nuestro catecismo  básico. Tratará de  formular el fundamento y núcleo de nuestro carisma y misión. Más allá de ser un manual para la predicación, es lo que tengo que vivir si quiero mi máxima realización, mi supremo ideal, si quiero dar a entender quién es Dios y revelar su genuino rostro, si quiero de verdad ser Cristo y formar verdaderos discípulos suyos de todas las gentes.
FUNDAMENTO DEL TEMARIO
    Todo el contenido de nuestra predicación estará fundamentado en la Palabra de Dios, la persona de Cristo, la voluntad de Dios y el Magisterio de la Iglesia. Fundado no en la letra ni en la sabiduría humana, sino en el poder de Dios; constituirá la base firme de nuestra fe y el alimento básico que queremos enseñar de una manera vivencial a los discípulos.
FORMA DE PERSONALIZAR EL TEMARIO
    Toda la predicación arrancará siempre de la oración y de la intimidad con Cristo. Tanto para la oración como para la predicación, no buscaremos novedades fuera de lo que constituye el núcleo de verdades que queremos vivir y anunciar. Desde la oración diaria, cada verdad resultará siempre nueva y actual, por lo que el mismo temario lo daremos siempre de una forma novedosa. Nuestro prolongado e intenso ejercicio diario de oración, estudio y ministerio de la Palabra no podrán menos de renovar incesantemente, ampliar y enriquecer estos temas básicos y esenciales de nuestra vida y predicación.

ADAPTACIÓN
    Es imprescindible, en la predicación de conversión, que la Palabra se aplique y se adapte a la situación del público. Para ello se precisa que la verdad, primero, sea profundamente orada, asimilada y encarnada en el apóstol para que éste, según la situación de los oyentes, la pueda aplicar con toda la fuerza. Es necesario la conveniente adaptación de estas verdades a las distintas idiosincrasias, lugares y tiempos.
IMPLICACIONES
    Cada verdad de fe tiene muchas implicaciones para la vida. Se trataría de buscar estas implicaciones sobre todo en referencia a los cuatro ejercicios de nuestra espiritualidad: oración, amor fraterno, humillación y predicación, de  forma que pueda ser complemento de nuestra formación en la Escuela de Apóstoles. No se trata de que los discípulos solamente aprendan esquemas o charlas de memoria sino que también las oren, las asimilen y las hagan vida propia. Nuestras Escuelas de Apóstoles no se reducirán a la letra de estos temas. Servirán, sí, para unificar nuestro espíritu, carisma y objetivo de nuestra misión.
PRIMER CICLO TEOLÓGICO
    Las verdades de nuestro temario coinciden con lo fundamental del Evangelio y del Credo de nuestra fe. Tanto para nuestro convencimiento como profundización, precisaremos fundamentarlo en la Sagrada Escritura, en la Tradición (Santos Padres) y en el Magisterio de la Iglesia. De aquí que lo que constituiría el temario como nuestro catecismo básico se iría desarrollando procesualmente en los distintos ciclos de formación, tanto en amplitud como en profundidad dando lugar a versiones más elaboradas que terminarían por concluir en un manual teológico adaptado a nuestra misión y vocación específica.
    A partir del Temario y de todas estas implicaciones con la Escuela de Apóstoles se trataría de ir vertebrando toda nuestra teología, teniendo como intencionalidad la formación de maestros de apóstoles.
EL TEMARIO: SÍNTESIS DEL EVANGELIO EN CLAVE DE VIDA Y AMOR
    En toda predicación para la conversión se impone el conectar con los oyentes. Para que presten atención es necesario partir de un punto de interés común que sea aceptado por todos y que sirva de puente para llegar a la fe. Es la dinámica propia de la Encarnación, que a través de los sentidos y razón lleguemos a la fe (para que a través del amor visible seamos arrebatados al amor del Invisible).
    Partimos pues, de lo más apetecido y coreado por todos: la Vida-Amor. Las dos palabras de mayor contenido de todos los diccionarios e idiomas. Los dos términos más aptos y adecuados para Dios, el único verdaderamente conocido por lo que es: Vida y Amor (Nota B. J. a 1Jn 5, 20). El hombre, el mejor retrato de Dios, creado a su Imagen y Semejanza, tiene como valores supremos su vida y su amor. Más aún, su vida se reducirá y resumirá en lo que sea su amor. El amor constituye, en efecto, la vida  y esencia vital del cristianismo, la identidad, esencia del mismo Dios, el distintivo y contraseña de la verdadera religión cristiana.
    El Temario, desde el principio, tiene ya en mente, la intención, que se concreta y aclara posteriormente: Desde el amor que uno busca y apetece, llegar a ser el Amor que se da en Cristo, Enviado y Maestro de Apóstoles. La verdad esencial necesita ser muy repetida y de muchas formas presentadas para ser entendida, comprendida, asimilada y vivida.

FORMA DE APLICACIÓN DEL TEMARIO PARA UNA CONVIVENCIA
LA CONVIVENCIA
    La convivencia es el método que consideramos más eficaz para llevar lo más rápidamente posible a las personas a Cristo. Mediante la predicación kerigmática y vivencial de las verdades esenciales del cristianismo resumidas en el temario de  Vida-Amor, buscaremos que las personas, a la luz de un encuentro vivo con la Palabra, puedan empezar a  vivir y convivir su genuina identidad, en un clima de fe y oración, de caridad, alegría y sencillez evangélicas.


OBJETIVO GENERAL
    - Que tengan un encuentro vivo con Cristo y se decidan a vivir en plenitud los derechos y deberes del Bautismo.
    - Que puedan reproducir los Misterios de la Vida de Jesús histórico hasta la mayor prueba de amor: Jesús crucificado y Cristo Eucaristía.
    - Despertar y acrecentar su celo apostólico y responsabilidad por todos los hermanos, tomando conciencia de la situación del Cuerpo de Cristo-Iglesia y a vivir implicados en su Redención universal.
    - Que puedan reproducir a Cristo como Maestro de Apóstoles, Cabeza, Pastor, Padre.
    - Que puedan empezar a formar parte de la escuela de apóstoles para recibir una intensa formación con el ideal de hacer rendir al máximo sus talentos, para su perfección propia y una mayor influencia apostólica en todos los ambientes.

ETAPAS           
La convivencia se distribuye en tres etapas:


PRIMERA ETAPA. PRESENTACIÓN DEL IDEAL
    Se busca presentar el proyecto y plan de Dios sobre el hombre: la identidad y el fin de todo hombre es llegar a ser Amor, llegar a la perfección de su ser, el Amor Perfecto: ser Cristo. Se apunta pues a que la persona se decida a reproducir a Cristo en su misión con la mayor fidelidad. Cristo nos invita a ocupar su puesto, asumiendo el lugar de Cabeza, Pastor y Esposo en su Cuerpo la Iglesia.
SEGUNDA ETAPA. RUPTURA DEL IDEAL Y CONVERSIÓN
    En esta etapa se quiere llevar a la persona a que entre dentro de sí misma , confronte su realidad personal con el ideal que Dios le propone y tenga un encuentro con la misericordia de Dios que le lleve a reorientar toda su vida, pasando a colaborar activamente en el Proyecto de Dios.
TERCERA ETAPA. SEGUIMIENTO Y PROYECCIÓN
    Una vez reconstruida la persona por la gracia, reinicia la vida nueva en el Espíritu. Se trata de estrenar la vida de Seguimiento y la Misión de Cristo. Tras la llamada de Cristo, la persona opta por reproducir y encarnar su Amor personal y comunitariamente y la resolución de anunciarle haciendo, a su vez, discípulos suyos.
IMPLICACIONES
              -Exclusividad de nuestra misión:
                Para vivir radicalmente nuestra misión es esencial que nos convenzamos de su urgencia, necesidad, especificidad y exclusividad. El mundo actual nos lanza un reto: la especialización. Hay muchas vocaciones y carismas en la Iglesia. A nosotros, Dios nos llama a ser especialistas-maestros en la oración y ministerio de la Palabra. Hemos de consagrarnos con todo el ser y formar discípulos totalmente consagrados a la Palabra: enseñando a orarla y anunciarla. Es diferente dedicarnos “exclusivamente a esto” o dedicarnos “entre otras cosas a esto”. Tiene que ser una dedicación total que excluya otras tareas e intereses. Esta exclusividad y especialización nos tiene que llevar a perfilar nuestra misión con gran finura de conciencia y dedicación total de mente y fuerzas. A nosotros, la Iglesia nos pide esta respuesta íntegra y consagración total.
                Para responder a esta llamada del Espíritu, no se trata simplemente de preparar charlas bien argumentadas, sino que es algo mucho más de fondo: que la misión nos constituya por dentro. Se trata de tener toda la mente y corazón ocupados en la misión. Sólamente en la medida en que amemos a Cristo de verdad, con un amor auténtico e inteligente, tendremos necesidad de predicar y contagiar a tiempo completo. Esto implica un estilo de vida determinado (siguiendo a Jesús de Nazaret en su vida y en su misión) y una oración que nos seduzca y cautive y a la vez, nos dé argumentos para vivir y dar la vida.
            -Integración oración - predicación
            Nuestra predicación reflejará el nivel de nuestra fe y de nuestra oración, de ahí la íntima conexión y dependencia recíproca entre la oración y la predicación. Según sea nuestra oración así será nuestra predicación. Nos podríamos cuestionar sobre nuestra oración: ¿Por qué no salimos más cogidos por la Palabra? ¿Por qué nuestra oración no tiene más fuerza interpelativa? Vemos que, sin dejar el aspecto afectivo y oblativo (esencial en toda oración para que vaya configurándonos con Cristo), a veces adolece de falta de argumentación y de poca meditación, que es lo que podrá darnos razones fuertes y convincentes. No es que tengamos que hacer charlas en la oración, sino más bien que, como el alimento que la madre absorbe y adapta en su propio ser al hijo que tiene en sus entrañas, nuestra oración diaria tiene que poder convertirse en alimento de fácil adaptación a los diferentes oyentes de nuestra predicación. Esto supone una actitud activa y receptiva. Ni una oración sensiblera ni simplemente razonadora, sino una oración profunda y enraizada en nuestro ser apóstol de Cristo que, siendo primero alimento válido para mí, pueda transformarse a su vez, en la medida en que lo asimilo, en alimento válido para los demás.
            -Forma de nuestra predicación
            Prepararemos la predicación de forma que los hombres se ilusionen por asimilar la verdad, conozcan a Cristo y vivan de él. Si nuestra misión es llevar a la gente a Cristo para que le conozcan, le sigan y a su vez puedan mover a seguir a otros, nuestra predicación se centrará en la conversión a Cristo. Se trata de una predicación kerigmática. No es el centro de interés el cómo exponer la verdad, sino cómo convencer. El objetivo es sacar el fruto en los oyentes. ¡No nos encorsetemos en un esquema, en una línea o enfoque del Temario, vivamos el espíritu y la intencionalidad de Jesús! ¡Vivamos del Amor divino, pobres, castos, obedientes, con un nivel de radicalidad afín, que se concreta, sobre todo, en nuestra calidad y exclusividad en la misión!, (aquí se especifica el seguimiento de Cristo), teniendo todos un mismo amor y un mismo espíritu. El predicador ha de tener siempre creatividad. El enfoque y elección de los temas dependerán del Espíritu Santo y necesidad de la gente.
            La predicación kerigmática que forma discípulos que a la vez hagan lo mismo. Despertadores de la vida de Dios en el otro, como Jesús es el fruto más específico de nuestra misión y escuela de apóstoles.
            -El fruto a conseguir  y la forma de lograrlo
            Lo importante es apuntar a la conversión, a que sean otros Cristos y lograr constantemente que otros lo sean. Para esto necesitamos una actitud de revisión constante, tanto de nuestra oración como de nuestra vida, pues esto no se improvisa. Cuando nuestra predicación manifiesta cierta improvisación y superficialidad, es porque nos falta, entre otras cosas, una argumentación más clara; libertad para no dejarnos dominar por el público dándole lo que le agrada; y sobre todo, claridad en la intención, entrañas maternas que gesten con responsabilidad a los hombres a la vida de Dios. Hemos de ser capaces de llevar a las personas, de manera convincente, a las verdades de fe que tienen que vivir y anunciar.
            Hemos de conseguir: 1) Decir lo que debemos y queremos decir; 2) Decirlo como debemos para dar el fruto (tan importante como el contenido es la forma y tono del anuncio); 3) No dejarnos llevar por el público, sino llevarlo nosotros a Cristo.  

            Todo esto supone saber la verdad, sentirla, orarla, vivirla y vibrar por ella. Ya hemos dicho que no se trata de la exposición de un tema; hemos de dar el alimento que esa gente concreta necesita, aclarándole sus dudas, viéndose el público reflejado en las charlas, dialogando y respondiendo a la gente. Porque de eso se trata: de un diálogo de Dios con los hombres y en ese diálogo el apóstol es la Palabra (de ahí que sea importante no pasar por alto detalles como visibilidad, el tono adaptado al lugar, la compostura, etc.). Sabiéndose el apóstol todas las “notas”, así, lo que hace es pulsar las teclas o tocar las cuerdas convenientes según el público, componiendo la “melodía” que conviene.






[1]Cf. Floristán, C. PARA COMPRENDER LA EVANGELIZACIÓN. Verbo Divino, Navarra, 1993,
[2]Cf. Exhortación Apostólica de Pablo VI y la Encíclica de Juan Pablo II: Evangelii Nuntiandi y Redemptoris Missio, respectivamente.
[3]Constituciones de los Misioneros Verbum Dei.
[4]Cf. Mardones, J.M. Posmodernidad y cristianismo, Santander, Sal Terra, 1988. Esplugues, Salud (tesis doctoral)
[5]RATZINGER, J. Tarea e compito della Teologia, Jaca Book.
[6]Cf. Voz “Apologética” del Diccionario de Teologia Fundamental, Latourelle, Fisichella (dirs.). Ediciones Paulinas, Madrid.
[7]Llamamos oración misionera a la oración que el Maestro nos enseñó: Jn 17 y Mt 6,9-13; que nosotros resumimos en este proceso: Escuchar creyentemente la Palabra; Entenderla, Conocerla; y Obedecerla. Sabiendo que termina el ejercicio de la oración cuando hacemos lo que él nos ilumina: “Felices seréis cuando lo pongáis en práctica (Jn 13,17).
[8]Kerigma: palabra predicada por el apostól, enamorado, que produce lo que contiene, salvación (Hch 2,22-23)
[9]Jn 17: -Jesús ora con el Padre (1-5), por su comunidad (6-19), por las comunidades de sus discípulos (20-26). Y su intención el Reino (21).

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